19
Sangre de plata
Gunnar
Las finas hebras de plata
del látigo de Drheon se clavaban en mi espalda, al igual que en la de mi
hermana que estaba atada al poste que había justo detrás del mío. Drheon, se
situaba en medio de los dos, para así tener más comodidad a la hora de
azotarnos. Sobra explicar cuánto duele o de lo contrario, no nos torturarían de
esta forma. Olenna mandó a Drheon para que nos castigara por habernos
equivocado de chica. Se suponía que debíamos traer a una amenaza para todos
nosotros, los Especiales y nos equivocamos, así que seguimos en peligro según
Olenna, por nuestra culpa. Alma y yo llevábamos más de un siglo viviendo en
este lugar y éramos los reclutas de confianza de Olenna, la señora y dueña del
castillo y de la raza.
Sobra decir, que a estas alturas uno se cansa de
esas chorradas, porque te vas dando cuenta de que todo es como un cuento
macabro en el que los buenos acaban perdiendo. En el que los malos son unos
cerdos caprichosos que quieren cometer un genocidio, porque ellos son los que
más valen sobre la faz de la
Tierra.
Miles de veces me he tratado de convencer de que
esto era un juego tedioso, que nada de esto era real, pero por desgracia, era
tan real como la sangre que goteaba de mi espalda o como mis pies, manchados de
la misma, que arrastraban lastimeramente por el suelo. Esclavos, eso es lo que
somos Alma y yo. Esclavos de la muerte.
—Basta, por favor… —sollozó mi pobre hermana, que
le dolía más la culpa que los latigazos.
—No le supliques, Alma —dije a duras penas, antes
de gritar de nuevo.
Drheon siempre me ha tenido una manía especial.
Es un súcubo, alguien capaz de meterse en tus sueños y manipularlos a su
antojo. Obviamente, no te los hará más fáciles, ni mucho menos. A parte de eso,
también tiene la habilidad de desaparecer cuando lo desea o de parecer un
humano completamente normal a los ojos de quién él elija. Yo llevaba en el
castillo mucho más que él, que desde que llegó y mostró sus habilidades a Lady
Olenna fue su mano derecha dejándome así para los trabajos sucios.
Era un gilipollas, cruel y despiadado. Lo que nos
faltaba para completar el pack de los malos.
Personalmente, me dolían más los sollozos de mi
hermana que las propias hebras de plata al traspasar mi piel e impactar en mis
entrañas, prácticamente. La piel de un vampiro es dura, pero frente a la plata
es completamente inútil.
Me preguntaba si Achlys se habría salvado. No era
una chica muy agradable, pero me habría gustado tenerla por ahí abajo, en el
subterráneo de los sirvientes. Habría sido divertido, sin duda. Seguro que
protestaría a cada segundo, llorando por manchar sus delicadas manos con las
tripas de los pollos para cocinarlos.
Una pequeña sonrisa torcida asomó por mis labios,
imaginándomela. Pero esa poca diversión, fue a más. Me la imaginaba de cien
formas distintas; protestando por la poca luz que entraba, protestando por su
pobre pelo, porque se manchaba las deportivas de barro, porque no tenía nada
que leer, porque no podía salir con sus amigas… Puede que fuera un poco cruel,
pero prefería que estuviese allí abajo, sufriendo en el sótano que muerta, sin
saber por qué.
Cuando
me quise dar cuenta, estaba riéndome a mandíbula batiente y Drheon me azotaba
más fuerte. Le mostré a Alma mis pensamientos, gracias a su precioso don y ella
soltó una risita nerviosa. Sabía que ella lamentaba profundamente haber
enterrado a aquella chiquilla, pues le había cogido cariño casi sin conocerla.
Alma era así. Sufría por todas y cada una de las víctimas, siendo por eso
motivo de burla entre los nuestros.
—¡Callaos,
inútiles! Sois la vergüenza del castillo. —Azote rabioso del máximo idiota del
castillo.
—Por
lo menos no tengo que cambiarme los cascos…
—¡Estúpido!
¿Crees que me molestas con tus chiquilladas, necio? —Ahora el que se reía era
él, pero porque se aferró con sus dos manos al látigo y lo blandió con todas
sus fuerzas sobre mi espalda.
Drheon
jadeaba del propio esfuerzo y yo fui traicionado por el factor sorpresa y solté
un grito capaz de ensordecer y congelar a la bestia más fiera sobre la faz de
este lugar llamado Tierra.
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