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Achlys significa "oscuridad"
Emerick
Los
ojos grises de aquella chica se estrechaban, mientras miraba al vacío. Parecía
estar buscando alguna solución, digiriendo toda la información que acababa de
contarle. Lo de Claire, como llegó aquí y por qué se había ausentado de la
habitación. Lo de la gente que ha muerto detrás de nuestro techo. Que somos
prisioneros de los Especiales, esas bestias que ni siquiera sabíamos que
existían, nada más que en los cuentos de terror que oíamos cuando éramos niños.
Que estaremos aquí hasta el día de nuestra muerte natural.
La
astucia era muy notable en toda aquella chica. Desde el brillo que destilaban
sus ojos, hasta en sus gestos elegantes y meticulosos. Puede que a lo mejor,
encontrase una solución, pero lo encontraba más bien poco probable por no decir
imposible. Aaron y yo éramos los veteranos en este lugar. Conocíamos el
castillo a duras penas, pero más que los otros sirvientes. Y jamás, hemos
podido salir de aquí.
—¿Eres
deportista…? —pensé en llamarla por su nombre, pero recordé que no se había
presentado, ni yo tampoco—. Mi nombre es Emerick. El chico de antes es Aaron y
la chica Claire.
—Yo
soy Achlys. Y sí, soy deportista —dijo mirando al frente, o más bien, al vacío.
Como si estuviese maquinando un plan. O simplemente, en estado de shock.
—¿Achlys?
Eso significa Oscuridad en griego.
—Sí,
ya lo sé.
—Yo
no he dicho que no lo supieras… —le contesté. Mi padre era griego y tuvo la
oportunidad de enseñarme su idioma en los escasos años que estuvimos juntos.
—¿Y
para qué lo has dicho? Es absurdo.
Opté
por callarme, pues era realmente molesta. ¿Es que no sabía hablar con los
demás? ¿Mantener una conversación normal? Me levanté de la mesa, en la cual
estaba sentado para irme junto a Aaron y Claire. Para perder de vista a esa
antipática. Ya habíamos recogido las sillas, así que en la cocina no había nada
más que hacer hasta que recibiéramos la llamada de algún Alpha caprichoso y
glotón.
—Espera,
Emerick.
Mi
nombre al completo. Hacía mucho tiempo que no lo oía de esa manera. También
hacía mucho tiempo que no lo escuchaba con una voz tan hermosa. Pensé en
hacerle caso omiso, pero al final, me giré y crucé mis brazos delante de mi
pecho, con cara de pocos amigos a la espera a que hablase la chica extraña.
—¿Dónde
me puedo quitar toda esta porquería?
Por
un momento, me fijé en su ropa. Iba manchada de barro y de tierra,
completamente llena de manchas de color beis, gracias a la arena y al serrín de
la caja. Su cabello, le llegaba hasta la cintura, pero lo llevaba sin gracia.
No lucía, en parte, porque estaba lleno de porquería.
Solté
un suspiro de resignación y le hice un gesto para que me siguiera sin esperar a
que lo hiciera. A lo mejor quería encontrarlo sola, como antes, al salir de su
tumba. ¡Qué orgullosa! Todas las sirvientes, e incluso las Alphas deseaban una
palabra de mis labios afectuosa hacia su persona, o una sonrisa pícara. En
cambio ella, que podía echarse encima de mis brazos, no quería. Incluso parecía
que le diese asco. ¿Sería eso posible? Es obvio que no le gusto a todas las
chicas, pero estoy tan acostumbrado, que me sorprende. Es casi molesto, como un
desaire. Sin embargo, sé que eso es una manera de pensar muy poco humilde y no
me gusta ser un creído. Es a lo que estoy acostumbrado, ni más ni menos.
No
escuchaba pasos detrás de mí, así que me giré y casi me muero del susto. Estaba
allí, siguiéndome, pero no hacía ningún ruido. ¡Qué sigilosa! Todos hacíamos
ruido al caminar por ese suelo irregular, pero ella está a la vista que no.
Casi me choqué con ella y me llevé, inconscientemente, una mano a mi pecho, al
lugar dónde estaba mi corazón.
—¡Joder,
casi me matas del susto!
—¿Y
ahora qué? ¿Por qué te giras? ¡Vamos, sigue que no tenemos todo el día!
—después de eso, me hizo un gesto con ambas manos, como si empujara a alguien
invisible.
Al
girarme, juraría haber visto una leve sonrisa en sus labios.
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