domingo, 28 de abril de 2013

15: Achlys significa "oscuridad" [Emerick]


15

Achlys significa "oscuridad"

Emerick


Los ojos grises de aquella chica se estrechaban, mientras miraba al vacío. Parecía estar buscando alguna solución, digiriendo toda la información que acababa de contarle. Lo de Claire, como llegó aquí y por qué se había ausentado de la habitación. Lo de la gente que ha muerto detrás de nuestro techo. Que somos prisioneros de los Especiales, esas bestias que ni siquiera sabíamos que existían, nada más que en los cuentos de terror que oíamos cuando éramos niños. Que estaremos aquí hasta el día de nuestra muerte natural.

La astucia era muy notable en toda aquella chica. Desde el brillo que destilaban sus ojos, hasta en sus gestos elegantes y meticulosos. Puede que a lo mejor, encontrase una solución, pero lo encontraba más bien poco probable por no decir imposible. Aaron y yo éramos los veteranos en este lugar. Conocíamos el castillo a duras penas, pero más que los otros sirvientes. Y jamás, hemos podido salir de aquí.

—¿Eres deportista…? —pensé en llamarla por su nombre, pero recordé que no se había presentado, ni yo tampoco—. Mi nombre es Emerick. El chico de antes es Aaron y la chica Claire.
—Yo soy Achlys. Y sí, soy deportista —dijo mirando al frente, o más bien, al vacío. Como si estuviese maquinando un plan. O simplemente, en estado de shock.
—¿Achlys? Eso significa Oscuridad en griego.
—Sí, ya lo sé.
—Yo no he dicho que no lo supieras… —le contesté. Mi padre era griego y tuvo la oportunidad de enseñarme su idioma en los escasos años que estuvimos juntos.
—¿Y para qué lo has dicho? Es absurdo.

Opté por callarme, pues era realmente molesta. ¿Es que no sabía hablar con los demás? ¿Mantener una conversación normal? Me levanté de la mesa, en la cual estaba sentado para irme junto a Aaron y Claire. Para perder de vista a esa antipática. Ya habíamos recogido las sillas, así que en la cocina no había nada más que hacer hasta que recibiéramos la llamada de algún Alpha caprichoso y glotón.
—Espera, Emerick.

Mi nombre al completo. Hacía mucho tiempo que no lo oía de esa manera. También hacía mucho tiempo que no lo escuchaba con una voz tan hermosa. Pensé en hacerle caso omiso, pero al final, me giré y crucé mis brazos delante de mi pecho, con cara de pocos amigos a la espera a que hablase la chica extraña.
—¿Dónde me puedo quitar toda esta porquería?
Por un momento, me fijé en su ropa. Iba manchada de barro y de tierra, completamente llena de manchas de color beis, gracias a la arena y al serrín de la caja. Su cabello, le llegaba hasta la cintura, pero lo llevaba sin gracia. No lucía, en parte, porque estaba lleno de porquería. 

Solté un suspiro de resignación y le hice un gesto para que me siguiera sin esperar a que lo hiciera. A lo mejor quería encontrarlo sola, como antes, al salir de su tumba. ¡Qué orgullosa! Todas las sirvientes, e incluso las Alphas deseaban una palabra de mis labios afectuosa hacia su persona, o una sonrisa pícara. En cambio ella, que podía echarse encima de mis brazos, no quería. Incluso parecía que le diese asco. ¿Sería eso posible? Es obvio que no le gusto a todas las chicas, pero estoy tan acostumbrado, que me sorprende. Es casi molesto, como un desaire. Sin embargo, sé que eso es una manera de pensar muy poco humilde y no me gusta ser un creído. Es a lo que estoy acostumbrado, ni más ni menos.

No escuchaba pasos detrás de mí, así que me giré y casi me muero del susto. Estaba allí, siguiéndome, pero no hacía ningún ruido. ¡Qué sigilosa! Todos hacíamos ruido al caminar por ese suelo irregular, pero ella está a la vista que no. Casi me choqué con ella y me llevé, inconscientemente, una mano a mi pecho, al lugar dónde estaba mi corazón.

—¡Joder, casi me matas del susto!
—¿Y ahora qué? ¿Por qué te giras? ¡Vamos, sigue que no tenemos todo el día! —después de eso, me hizo un gesto con ambas manos, como si empujara a alguien invisible.
Al girarme, juraría haber visto una leve sonrisa en sus labios.


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